domingo, 14 de diciembre de 2014

EL PODER DE LA SONRISA

Todos sabemos que la sonrisa es algo muy importante, la sonrisa auténtica, no la fingida. A la sonrisa auténtica se la conoce como “sonrisa de Duchene”. Duchene publicó en 1862 que la sonrisa auténtica era aquella en la que se contraía el músculo que rodea a los ojos. Este músculo que, al contraerse, arruga el rabillo del ojo, es un músculo involuntario y sólo se contrae cuando uno tiene verdaderamente una sensación de felicidad. Cuando sonreímos de verdad aumenta la actividad de la región prefrontal izquierda. Si la región prefrontal derecha es generadora de emociones negativas, la región prefrontal izquierda es generadora de emociones positivas. Por eso es tan saludable sonreír, cada vez que sonríes favoreces que aumente la actividad prefrontal izquierda.
Esto, no sólo hace que te sientas más alegre y confiado, sino que además transmites esa alegría y confianza a las personas que te rodean.

Uno de los descubrimientos mas interesantes que hizo el Dr. Richard Davidson fue que, cuando vemos cosas tristes o le damos vueltas a pensamientos negativos, la parte del cerebro que se activa es nuestra región cerebral  prefrontal  derecha. Cuando nos dejamos llevar por ésta cháchara sobre lo mal que está todo, por nuestra incapacidad para avanzar, por la falta de salidas, estamos favoreciendo que aumente en nosotros esa parte de nuestra mente que tiende a ver siempre el vaso medio vacío. Hay que detener esos discursos negativos y generar otros más positivos.

Con las técnicas modernas de electroencefalografía y de resonancia funcional magnética se tiene una idea muy clara de qué partes de nuestro cerebro se encuentran más activas.  Estas técnicas nos permiten observar que ocurre en nuestra mente cuando tenemos ciertos pensamientos.
  
Nosotros, con nuestra conducta, con nuestra manera de comportarnos, podemos cambiar la forma en que nos sentimos. Si lo aplicamos a la sonrisa quiere decir que si lo natural cuando estoy contento es que sonría, cuando elija sonreír, aunque no me apetezca, acabaré sintiéndome más contento.
Por eso, si aprendes a gestionar tu cara también podrás gestionar tus emociones.


domingo, 7 de septiembre de 2014

LA ILUSION DE VIVIR

Tener ilusión es estar vivo y coleando, programar objetivos, soñar con sacar lo mejor de uno, crecerse ante las dificultades y llegar a la cima.

La primera ilusión es trabajar sin prisa, con el alma, dando lo mejor que uno posee. Gozar con la tarea que se tiene entre manos, amando el trabajo bien hecho. De esta manera, uno se va haciendo dueño de su propia trayectoria, a pesar de los mil avatares y circunstancias que la van bombardeando.  

Hay que saber vivir sacándole el máximo jugo a la vida. En eso estriba la felicidad. Felicidad e ilusión forman un binomio inseparable.

Ilusión es despertar cada mañana con ansias renovadas y superar las adversidades. Ilusión es encontrar el viento de la mañana fresco y de cara, ver con nuevos ojos las mismas cosas y las personas que nos rodean.

Si los años arrugan tu cara, el carecer de ilusiones arruga el alma y uno se vuelve viejo. La juventud no depende de los años, sino de la frescura y lozania de los planes por cumplir y las metas por rebasar.

El optimista ha sabido educar su mirada para descubrir lo positivo que se asoma a su alrededor. No es que sea incapaz de percibir lo negativo, sino que se detiene más en lo bueno que en lo malo. Su visión repasa la realidad, pero en su retina ( en su corazón y en su cabeza) se hospeda lo más valioso. Todo está en la forma de mirar.

La vida es como una aventura marina. El mar no siempre se presenta sereno y en calma, sino que, como algo vivo, en movimiento, tiene subidas y bajadas, tempestades y dias de horizontes abiertos. Cuando el mar empieza a erizarse y el oleaje pide paso y toma la delantera, uno adopta ciertas medidas defensivas para ponerse a salvo.

El optimista no pierde la calma cuando todo parece que se viene abajo. Sabe mantener el tipo. Tiene fortaleza y serenidad. Relativiza. Lucha contra los elementos. Está atento a todo, pero mirando a la lejania, porque los vientos favorable volverán.

El optimismo no es una visión plana y simplona de la realidad, sino la capacidad de aceptar otro ángulo de los hechos, poniendo siempre una nota positiva y aplicándola con criterio. La persona optimista sabe diferenciar lo que es substancial de aquello otro que es anécdota y periferia.


La felicidad es suma y compendio de la vida auténtica. La felicidad no depende de la realidad, sino de la percepción de la realidad que uno hace.  

viernes, 14 de febrero de 2014

MINDFULNESS

Estamos  constantemente viviendo una desconexión con el tiempo. Con frecuencia, nuestros pensamientos están en el pasado, pensamos en cómo deberían haber sido determinados sucesos, cómo nos habría gustado que fuesen. Lo que nos lleva a sentir nostalgia o tristeza, culpa, etc. En otras ocasiones, estamos planificando el futuro, anticipando consecuencias, y sentimos estrés o temores, miedos, etc.

Continuamente estamos o en el pasado o en el futuro y no en el presente, que es donde estamos y donde la vida tiene lugar. Vamos  con un piloto automático. Por ejemplo, estoy bañando a mis hijos y pensando en todo lo que me queda aún por hacer, voy conduciendo o paseando y pensando en las llamadas que tengo que hacer, las cosas que tendría que haber hecho ya…
Este estado no nos permite vivir en el momento presente. Mediante la práctica de Mindfulness o Atención Plena, somos conscientes de cómo nos sentimos, de qué es lo que ocurre a nuestro alrededor en ese preciso momento. Esto se consigue con práctica, es un entrenamiento mental. Una de las principales herramientas para conseguir estar presente, es la meditación. Mindfulness no consiste en dejar la mente en blanco. Consiste en que nuestra mente esté llena de atención del momento presente.
Nos ayudará a saber cómo nos sentimos, a percibir mejor nuestro entorno, nos ayuda a concentrarnos, a estar más relajados, reducir el estrés, a aceptar las cosas tal cual son, a responder en lugar de reaccionar y a aumentar nuestra compasión y comprensión de quienes somos y de cuanto nos rodea. Estos son sólo algunos de los muchos beneficios de su práctica.

“No puedes detener las olas, pero puedes aprender a surfear”. Esta es la idea central de la práctica de la Atención plena. Las personas tienen problemas, sentimos tristeza, estrés, miedos, estas son nuestras olas. El paso más importante para surfear es: parar un momento y observar. Así te das la oportunidad de ver qué es lo que ocurre, aceptarlo y responder de otro modo. No podemos hacer que las olas sean más grandes o pequeñas. Tenemos que aceptarlas tal cual son y decidir cómo vamos a surfear. Al reconocer las olas de tu vida y no reaccionar de forma automática, podremos tomar decisiones con más calma y eficacia.

Mindfulness no es meditación,  es un estado de conciencia que se alcanza mediante la meditación, por eso no es exactamente lo mismo.

En solo ocho semanas empieza a haber áreas del cerebro frontal  que se refuerzan y consiguen modular la ínsula, que es la parte del cerebro que regula las emociones. O sea que hay más control consciente de las mismas, con lo cual no nos dejamos atrapar tanto por ellas, no nos hacen sufrir tanto. Hay cambios que se ven en estudios con neuroimagen en personas que han hecho meditación, con solo ocho semanas de práctica.

Hacemos meditación  (dedicando algunos minutos al día de forma específica), para poderla utilizar en casi todos los momentos de la vida diaria: en momentos de estrés, de enfado, de tensión, etc.
Hay unas prácticas muy cortas (una se llama de “los tres minutos”) que pueden hacerse en cualquier ocasión y te relajan, y se pueden aplicar en la vida diaria, en situaciones de estrés o aprovechando situaciones rutinarias. Si estás esperando en la parada del autobús, en vez de despotricar porque el autobús llega tarde, puedes cerrar los ojos y hacer una meditación corta. O también cuando cocinas o cuando friegas los platos puedes aprovechar para hacer unos minutos de meditación. Solo con poner la atención en lo que estás haciendo, cambia la perspectiva. En vez de pensar “qué aburrido es fregar”, si estás atento a todo lo que sucede en ese momento puede ser una meditación apasionante.
Eso es mindfulness para ser más felices, o para disfrutar más de la vida que tenemos.

Con frecuencia vivimos ajemos a nosotros mismos, estamos haciendo una cosa y pensando en otra, y eso es una fuente de infelicidad  porque no estamos en lo que estamos.
Desde la atención plena, comer por ejemplo es apasionante, pero somos incapaces de comer solo comiendo, sin ver la televisión, hablar, etc. Por eso comemos de más y engordamos,  porque no llegamos a percibir cuándo estamos llenos.

Se puede decir que el mindfulness nos ayuda a vivir más felices